Manifiesto Voz, voto y acción

El martes 6 de marzo de 2018 nos reunimos en el auditorio de la Universidad Panamericana estudiantes, profesores e invitados para dialogar sobre la situación política del país. Éstas son las conclusiones, propuestas, exigencias a los mandatarios y a los funcionarios del país, y los compromisos que acordamos durante el diálogo:

La política se convirtió en burocracia. A los funcionarios y a los candidatos ya no les importan las propuestas. Su objetivo se reduce a ganarle al partido enemigo. Como todos —o la mayoría, por guardar un dejo de optimismo— viven la corrupción, las injusticias se han convertido en costumbre, y porque son costumbre piensan que no son malas. Peor aún: confunden lo usual con lo bueno.

La democracia está cambiando y pocos participan. Hay reelección, candidatos independientes, redes sociales y un sistema anticorrupción fallido. Las condiciones mediocres de nuestra democracia generan resentimiento. Sin embargo, nada se soluciona con resentimiento. Cada uno debe preguntarse con qué está dispuesto a comprometerse y cuáles son los temas que quiere que se incluyan en la agenda pública. ¿Ciclovías? ¿Contra la trata de personas? ¿Contra la inseguridad? ¿Educación? ¿Pobreza? La discusión no debe cesar hasta que se resuelvan los problemas.

Exigimos a los diversos candidatos claridad en sus propuestas. Que, si tremolan alguna propuesta, expliquen también los medios que utilizarán para llevarlas a cabo, y que muestren que sus propuestas son argucias para ganar votos con mentiras. Nuestro actual presidente no ha cumplido la mayoría de sus propuestas de campaña.

Urge que los gobernantes respondan ante los tres principales problemas de nuestro país: la pobreza, la impunidad y la decadencia de nuestro sistema educativo.

En cuanto a los civiles, ¿para qué votar? Para pensar. Si la participación del voto está respaldada por la reflexión de los votantes, conseguimos poder. El poder no se agota en los gobernantes; está en la unión de la pluralidad. Es importante discutir sobre el espacio público, sobre lo que nos incumbe a todos. Y a todos nos incumbe todo.

Alejémonos de los discursos de odio.

Rechazar las opiniones contrarias tan sólo reduce el interés reflexivo. No toleraremos la intolerancia. Tolerar no es respetar. Respetamos y honramos lo que consideramos bueno. Si toleras algo es porque no estás de acuerdo, pero eso no implica que la opinión del otro valga menos que la propia. Tampoco toleraremos las vejaciones, en eso no hay discusión; nada que atente contra la dignidad humana pude ser tolerado.

Necesitamos que los gobernantes nos representen. La retórica de los políticos ha soslayado lo que significa ser mexicano. La cohesión social está perdida. En numerosas ocasiones, el peor enemigo del mexicano es el otro mexicano. Estamos hartos de eso. No hay mentalidad más terrible. En busca de una unión nacional, no pedimos más mitos históricos, sino que los mandatarios se concentren en las circunstancias reales y en nuestra historia real. No habrá futuro ni progreso si no miramos al presente, si no identificamos qué queremos mejorar. Exigimos a los gobernantes que atiendan a las circunstancias de los mexicanos. Les exigimos que ejerzan seriamente su ciudadanía mexicana.

Los jóvenes participan poco en la política. El exceso de información obnubila y, más que ser un puente, es una zanja. Las motivaciones escasean porque escasea la claridad. No obstante, es responsabilidad de los jóvenes —nuestra responsabilidad— enterarnos a fondo. El diálogo público no se reduce a compartir memes.

Entre los jóvenes el apartidismo se ha presentado, podríamos decir que en la mayoría, como la única alternativa. Sabemos, aun así, que el apartidismo sólo funciona con objetivos y participación.

Nada se resuelve por sí mismo. Los asuntos políticos han de ser tratados por todos los ciudadanos. Necesitamos asociarnos. Sin asociaciones ciudadanas con objetivos concretos perdemos el tiempo.

Instamos a toda la población a que reflexionen sobre su voto. Busquemos datos duros. Investiguemos el desempeño que tuvieron los candidatos en sus pasados cargos. ¿Cuál es su equipo de trabajo? ¿Cómo es su trato con la gente? Si sus propuestas no son claras es porque ellos mismos no las tienen claras. El pueblo no es tonto.

Sostenemos cada letra de este manifiesto. No obstante, cabe insistir, ningún mandatario es capaz de gobernar nuestra vida entera. Es preciso que todos nos responsabilicemos de nuestra ciudadanía.

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